La autora

Silvia Italiano nació en Buenos Aires y se licenció en Filosofía en la UBA.

Se radica luego en Nueva York, donde estudia arte dramático en el Strasberg Institute, plástica en la School of Visual Arts, y psicología e inglés en la New School for Social Research, al tiempo que da clases de español y escribe críticas de teatro.

Se instala luego en Ginebra, donde estudia francés, asiste à l’École de Beaux Arts, e inicia el doctorado en Filosofía sobre un tema relacionado con arte y revolución bajo la dirección de Alexis Philonenko.

Por estas cosas que tiene la vida, deja Ginebra y se instala en París, con el proyecto de terminar la tesis.  Se presenta además al concurso de traductores de las Naciones Unidas y lo gana, pero, ya consciente de su naturaleza nómade, no acepta incorporarse a la plantilla permanente. Comienza entonces una vida itinerante de traductora independiente para la ONU, siguiendo los pasos de Julio Cortázar, Aurora Bernardez, Juan Gelman, y los españoles José Ángel Valente, Eduardo Mendoza, Rosa Regàs.

Aunque mantiene su base en París, su trabajo la lleva a Nueva York, Ginebra, Viena, Roma, Madrid, La Haya, Nairobi, Harare, Nueva Delhi. Es entonces, cuando, para paliar los efectos de los largos inviernos vieneses de días cortos, grises, ventosos, con quince grados bajo cero y nieve incesante, abandona el trabajo en la tesis y comienza a escribir ficción.

Acumula así cuentos y relatos breves, que presenta a Editorial Tusquets de Barcelona.
La respuesta no tarda en llegar: ellos no publican cuentos, pero el estilo les ha interesado, si tiene una novela, la considerarán con mucho gusto. Se lanza entonces en la escritura de una novela.

Navegando por el Canal du Midi y otros canales franceses -su pareja en ese momento es un francés que vive en una chalana de 36 metros de eslora-, la novela va cobrando forma.

Una vez terminada y antes de iniciar un largo viaje que lleva tiempo planeando, hace copias del manuscrito y lo envía a varias editoriales españolas. Parte luego de Nueva York en un Toyota todo terreno, atraviesa los Estados Unidos hasta San Francisco, entra a México y cinco meses más tarde llega a Buenos Aires. De regreso en París, encuentra en el contestador la gran noticia: Seix Barral quiere publicar.

Un aire de familia es bien recibida por la prensa y el público españoles. Se presenta en el Instituto Cervantes de Nueva York, en el festival de cine iberoamericano de Lleida, en el que también participa Federico Luppi, y en el festival de cine de Peñíscola, organizado por la Casa de las Américas. Miryam Criado, una profesora del Hanover College, escribe un artículo en el que señala que Un Aire trata la relación madre-hija de una manera única en la literatura iberoamericana.

De ahí en más, coordinar escritura, trabajo, vida de pareja y viajes, se revela complicado!!

Los siguientes viajes  (Marruecos, Mauritania, Senegal, Mali y Gambia, siguiendo en parte el recorrido del Paris-Dakar. Luego, siempre con el infalible Toyota: Francia, Italia, Grecia, Turquía, Siria, Jordania, Egipto y Libia. El tren transiberiano: de Moscú a Beijing, pasando por Mongolia. Japón, Tailandia, Laos, Yemen, Ghana, Túnez, Costa de Marfil,  India, Nepal, Haití, Santo Domingo, Cuba, las Seychelles, las islas del Caribe, Tanzania, la selva amazónica…)  no le impiden terminar dos novelas: Una muerte y mis dos vidas y ¿Sabe usted quien es y quienes son sus vecinos? o la seducción de Agustín Espina, y dos recopilaciones de relatos breves.

En 2009 editorial delDragón propuso reeditar Un aire de familia en la Argentina.